La Escuela necesita un Community Manager (Parte I)

Comienzo esta reflexión sabiendo de antemano que va a constar de varias partes, y que es probable, incluso deseable que aparezcan nuevos argumentos a los presentados ahora. No en las ideas generales, pero sí en las pequeñas particularidades, al fin y al cabo somos seres reflexivos, que vamos construyendo nuestra opinión en base a la experiencia acumulada.

No hace mucho tiempo ni me habría planteado escribir sobre el tema, por varias razones, pero creo que estas dos son de peso: una, no soy docente, ¿dónde voy a hablar de lo que necesita una escuela?; dos, no me dedico al marketing ni a la comunicación, hábitat del community manager, me gusta pero no me dedico a ello. Sin embargo, hay una regla común al ser humano: sobre aquello que nos interesa casi siempre tenemos una opinión. Sólo espero de esta primera parte compartir esta reflexión, por supuesto no pretendo dejar verdades absolutas.

Hace unos meses escuché una frase, compartida posteriormente por grandes estudiosos de la educomunicación, como Roberto Aparici o Alejandro Piscitelli. La frase venía a decir que un médico del siglo XIX no podría ejercer la medicina en la época actual, por los avances que ha experimentado esta disciplina, pero sin embargo un profesor del siglo XIX sí podría dar clase hoy día. He de decir que en un primer momento no estuve totalmente de acuerdo con esta idea tan tajante, pero sí lo estaba con la filosofía de lo que quería transmitir esta frase.

Es cierto que los avances en los métodos diagnósticos han cambiado sustancialmente, la farmacología no es ni parecida, los avances en el estudio del genoma humano nos dan un conocimiento más completo del funcionamiento del organismo, de su fisiología. Nos hacen estos avances entender mejor el cuerpo. Pero seguimos teniendo el mismo conjunto de huesos y músculos que en el siglo XIX, los mismos órganos y sistemas; el Rouvière[1] sigue siendo un libro de anatomía estudiado en las facultades. Un buen médico ha de tener la capacidad de observar a su paciente. De poco sirven los avances tecnológicos sin esa capacidad de observación, de conocer al paciente. En muchos casos esa observación, la interpretación correcta de un conjunto de signos y síntomas, hace innecesaria la utilización de otros métodos más sofisticados de diagnóstico.

Entonces, ¿un médico del siglo XIX podría ejercer en la actualidad? Creo que la pregunta no es esa y habría que plantear esta otra: ¿un buen médico del siglo XIX sería un buen médico actualmente? Sí, convencido.

¿Y cual es el problema de la educación? Dice Ken Robinson[2], un excepcional educador británico, que los sistemas educativos actuales son anacrónicos, están desfasados[3]. Leyendo a Paulo Freire  descubrimos una obviedad que tan difícil parece llevar a la práctica: que enseñar consiste en crear las condiciones apropiadas para generar un conocimiento nuevo, y por lo tanto un aprendizaje. Que no hay enseñanza sin aprendizaje. El buen docente debe cultivar la curiosidad, y en ella está también reconocer su desconocimiento, para aprender y poder enseñar.

Llegados a este punto pienso que el buen docente del siglo XIX es como el buen médico de entonces. Tienen las condiciones de serlo también en la época de tecnoeuforia actual. Imaginemos a John Keating, el profesor de El club de los poetas muertos[4]. A mi me parece que cumple con esa percepción de Paulo Freire sobre el camino que ha de tomar la educación. Veo a John Keating como un docente 2.0, aunque la película esté ambientada en una época donde aún no había medios tecnológicos y a la web 2.0[5] le quedasen aún unas décadas para hacer su aparición.

El avance tecnológico abre indudablemente vías nuevas, condiciona muchos de los aspectos de nuestra vida actual, y uno de ellos es nuestra manera de comunicarnos. Tenemos que pensar que nuestra comunicación está cambiando; ha cambiado sería más apropiado. La entrada en escena de Internet y más adelante las redes sociales ha dado un giro mayúsculo en estos modelos comunicativos. No voy a entrar en el discurso de qué modelo es mejor, porque me alejaría de lo que pretendo en este texto. Quienes no somos nativos digitales, que crecimos sin teléfono móvil, hemos oído repetidas veces aquello de que los niños hoy día no hablan entre ellos, no juegan como jugaban nuestros padres o nosotros mismos. Pero eso no quiere decir que no se comuniquen. La comunicación es inherente al ser humano. Tenemos otras vías y las utilizamos, claro que las utilizamos. El 91% de los usuarios de Internet utilizan al menos una red social[6], no es una cifra para despreciar.

En el mundo de la empresa cada vez se tiene esto más en cuenta. Parece estar fuera de toda discusión que la comunicación forma parte de la estrategia de la empresa. Y resulta que la comunicación de hace unas décadas no es la misma que la de hoy en día. Hay muchas otras vías, más sociales y participativas, donde cada persona puede expresar una opinión a favor o en contra de un aspecto concreto. ¿Quiere saber una empresa cómo hablan de ella? Lógicamente. Y aquí aparece la profesión de moda, el Community Manager, que es la persona encargada de gestionar y moderar una comunidad en Internet en torno a una marca. ¿Por qué? Porque las personas, potenciales clientes, estamos en Internet y como dije al principio, si algo nos interesa, tenemos opinión.

Bien gestionado esto es una mina, porque las herramientas 2.0 permiten un intercambio enorme de opiniones. Como es lógico, una empresa quiere conocer esas opiniones, y ya quien va un paso más allá, quiere ser partícipe de esa conversación, y aportar algo de valor a esa conversación. Aparece lo que se conoce como Inbound marketing, o Marketing de atracción.

Y todo esto, ¿no lo pueden tener en cuenta otros sectores? La utilización de los medios sociales de comunicación nos genera un feed-back mayor del que jamás hemos tenido. Hace poco reflexionaba sobre ello utilizando como ejemplo la ventana de Johari[7] y observando estos comportamientos en la comunicación interpersonal.

Quiero hacer especial énfasis en esto último: comunicación interpersonal. ¿Dónde no aparece la comunicación interpersonal? El médico y el profesor del siglo XIX tenían comunicación interpersonal, pero está claro que utilizada hoy día de igual forma que entonces, aparecerían muchas carencias.

Un buen médico, al igual que un buen profesor necesitan para ejercer su profesión conocer a sus pacientes y alumnos, saber qué les importa y dónde expresan sus sentimientos, sus percepciones. Esto implica comunicación interpersonal.

El médico 2.0 quiere establecer este contacto, y para ello utiliza estas vías de comunicación, que no sólo existen, sino que cada día son más utilizadas[8], pero aunque cada vez existen más profesionales sanitarios implicados en aprovechar estas vías sociales de comunicación, aún suponen un número pequeño sobre el total, pero se dan pasos adelante.

Al igual ocurre en la educación. Existen docentes implicados en sacar provecho de los nuevos modelos de comunicación, pero hay que romper con muchas normas, estancadas desde ese siglo XIX que tanto estamos mencionando.

Imaginemos que un profesor (y no hablo de un futurismos, conozco casos de profesores que ya lo están llevando a la práctica) pretende saber lo que importa a sus alumnos, intervenir en sus conversaciones y aprender con ellos, cambiar las reglas de comunicación impuestas y no ser únicamente emisores de información, sino también receptores. No lo veo tan disparatado, este modelo conocido como emerec fue acuñado por Jean Cloutier en Canadá en 1973.

A estas alturas de la reflexión no hace falta decir que no estamos hablando únicamente de medios tecnológicos. Cambiar el encerado de pizarra y tizas de yeso por Pantallas Digitales Interactivas no es la solución. Si de verdad se pretende conectar con los alumnos es necesario cambiar el método, no invertir dinero en ordenadores y tecnología siguiendo un mismo método arcaico (no lo digo yo, os recuerdo que lo dijo Ken Robinson).

¿Por qué estamos tan lejos de conseguir algo que aparentemente es del todo razonable? Quizá no queramos que esto ocurra, porque supone un cambio y los cambios dan vértigo. Pero si queremos seguir el tren habrá que subirse a él, no verlo pasar.

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[1] Henri Rouviére, profesor de anatomía francés (1876-1952). Junto con André Delmas publicaron “Anatomía Humana. Descriptiva, topográfica y funcional”, cuya última edición en español es de 2005.

[2] Sir Ken Robinson (Liverpool, Inglaterra, 1950) http://es.wikipedia.org/wiki/Ken_Robinson

[3] Entrevista realizada por Eduard Punset para el programa Redes http://www.rtve.es/television/20110304/redes-sistema-educativo-anacronico/413516.shtml

[4] La película se ambienta en 1959, en una academia que mantiene el clásico modelo de educación victoriana.

[5] El término Web 2.0 fue acuñado por Tim O’Reilly en una conferencia en 2004 http://es.wikipedia.org/wiki/Web_2.0

[6] Datos de la IV Oleada del Observatorio de Redes Sociales, abril de 2012 http://www.scoop.it/t/comunicando/p/1602754437/4-oleada-observatorio-de-redes-sociales

[8] Según Twopcharts, compañía que elabora datos de medición para Twitter, cada segundo se crean 11 nuevas cuentas en esta red de microblogging http://tecnologia21.com/52506/twitter-11-cuentas

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